El joven cantante ha crecido exponencialmente a nivel mundial.
En los últimos meses, hemos sido testigos de un fenómeno extraordinario en la música mexicana. Peso Pluma, un talentoso compositor de tan solo 23 años, ha logrado un ascenso meteórico que ha llevado a los tradicionales corridos mexicanos a encontrarse con la era moderna de Internet y TikTok, obteniendo reconocimiento mundial y superando en popularidad en YouTube al aclamado artista Bad Bunny, quien ha sido el más destacado en los últimos dos años.
El acceso a Internet se ha convertido en una realidad para el 63 % de la población, lo que ha permitido a los músicos grabar y lanzar sus canciones sin incurrir en costos significativos.
Esta democratización de la música ha abierto un inmenso potencial para aquellos artistas que anteriormente estaban vinculados a grandes estudios en busca de fama. En el mundo actual, las grabaciones individuales, en particular las colaboraciones entre artistas, se han vuelto vitales para alcanzar el éxito.
El ascenso de Peso Pluma
El mes pasado, Peso Pluma alcanzó la cima de las listas mundiales con su interpretación de "Ella Baila Sola", una canción coescrita con Eslabon Armado, convirtiéndose así en el primer corrido regional mexicano en lograr dicho logro. Además, tuvo la oportunidad de presentarse junto a la reconocida artista Becky G en el famoso festival Coachella y apareció en el programa de Jimmy Fallon, "The Tonight Show".
Es importante mencionar que Peso Pluma forma parte del subgénero de los "narcocorridos" dentro de los corridos de "Doble P". Estas canciones siempre han generado sentimientos encontrados en México. Por un lado, expresan los vínculos del país con el narcotráfico y traen a la corriente principal historias que a menudo no se cuentan. Sin embargo, los críticos cuestionan si estas canciones promueven la violencia. En este aspecto, el narcocorrido no es diferente al hip-hop y al rap, géneros que a lo largo de la historia han abordado temas comparables.
El ascenso de Peso Pluma es un ejemplo claro de las oportunidades ilimitadas que Internet y las redes sociales han brindado a los artistas. Además, plantea interrogantes sobre la línea borrosa que existe entre la libertad artística y las preocupaciones sociales. Este fenómeno encarna el poder transformador de las plataformas digitales y de una industria musical cada vez más globalizada.