Claro que todo se trata de una percepción manipulada por tu situación sentimental.
¿Te has dado cuenta que cuando estás enamorado encuentras algunos alimentos o bebidas más dulces?
El sabor del amor
En un intento por revelar qué tan cierta es la metáfora sobre que "el amor es dulce" y "los celos son amargos", la Universidad Nacional de Singapur realizó un estudio en el que llevaron a cabo tres experimentos con estudiantes de la misma institución.
En los dos primeros estudios, los investigadores pidieron a los estudiantes que escribieran sobre una experiencia, ya sea con amor romántico o con celos, o sobre un tema neutral. A continuación, los científicos hicieron que los estudiantes probaran Ribena Pastilles (un caramelo gomoso agridulce) o chocolates agridulces Meiji Morinaga.
Los caramelos equilibraban amargo y dulce y amargo y ácido por igual, y requirió muchas pruebas de sabor para encontrar esa cualidad.
Metáfora hecha realidad
Después de probar los dulces, los estudiantes (197 en total) clasificaron el dulzor, el amargor y la acidez de los dulces. Aquellos que habían escrito sobre el amor calificaron a ambos dulces como más dulces que aquellos que habían escrito sobre los celos o un tema neutral. Pero escribir sobre los celos no tuvo ningún efecto en la clasificación de la amargura.
A continuación, los investigadores repitieron el estudio, pero esta vez pidieron a 93 nuevos estudiantes voluntarios que tomaran muestras de agua destilada en lugar de dulces. Los investigadores les dijeron a los estudiantes que el agua era una bebida nueva y les pidieron que calificaran su dulzura, amargura y acidez.
Una vez más, el amor hizo que el agua supiera más dulce, aunque no tenía ningún sabor real. Los celos no afectaron el sabor del agua.
El hallazgo es importante por dos razones, dijo Chan. En primer lugar, el hecho de que incluso el agua tenga un sabor más dulce cuando la gente piensa en el amor revela que la emoción no actúa sobre los receptores gustativos de la lengua, lo que los hace más sensibles al azúcar. Después de todo, no hay azúcar en el agua. En cambio, el efecto debe surgir del procesamiento de la información del gusto por parte del cerebro.