Al menos así lo señala una larga investigación de 50 años.
Los niños que habitualmente comun sus comidas junto con su familia tienen más probabilidades de experimentar beneficios de salud física y mental a largo plazo, al menor así lo señala un estudio.
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La estudiante de doctorado de la Universidad de Montreal, Marie-Josée Harbec, y su supervisora, la profesora de psicoeducación Linda Pagani, hicieron el hallazgo después de seguir a una cohorte de niños de Quebec nacidos entre 1997 y 1998.
El estudio
El estudio, que se publicó en la revista Journal of Developmental & Behavioral Pediatrico, analizó a niños que habían sido seguidos por investigadores desde que tenían 5 meses como parte del Estudio Longitudinal de Desarrollo Infantil de Quebec. A los 6 años, sus padres empezaron a informar si comían juntos en familia o no. A los 10 años, padres, profesores y los propios niños informaron sobre los hábitos de vida de los niños y su bienestar psicosocial.
Cuando la calidad del ambiente de la comida familiar fue mejor a los 6 años, se observaron niveles más altos de condición física general y niveles más bajos de consumo de refrescos a los 10 años. Estos niños también parecían tener más habilidades sociales, ya que era menos probable que se autoinformaran ser físicamente agresivo, opositor o delincuente a los 10 años.
"Desde una perspectiva de salud de la población, nuestros hallazgos sugieren que las comidas familiares tienen influencias a largo plazo en el bienestar físico y mental de los niños", dijo Harbec.
En un momento en que menos familias en los países occidentales comen juntas, sería especialmente oportuno que los trabajadores psicosociales fomentaran la práctica en el hogar; de hecho, incluso la convirtieran en una prioridad, creen los investigadores. Y las comidas familiares podrían promocionarse como ventajosas en las campañas de información pública que tienen como objetivo optimizar el desarrollo infantil.