Bebidas alcohólicas: así afectan a tu salud

Tener un hábito en este tipo de bebidas puede ser más perjudicial para la salud de lo que crees. 

Una noche de copas, o incluso un fin de semana, puede no impactar gravemente en la salud, no obstante, el problema comienza cuando se convierte en un hábito.

Las bebidas alcohólicas pueden provocar fuertes daños en el cuerpo, algunos incluso irrevercibles. Es por ello que se recomienda tener control sobre ellas y buscar ayuda en caso de no poder hacerlo.

Así afecta el alcohol a tu cuerpo

Directo a tu cabeza

Treinta segundos después de tu primer sorbo, el alcohol corre por el cerebro. Ralentiza las sustancias químicas y las vías que utilizan las células cerebrales para enviar mensajes. Eso altera su estado de ánimo, los reflejos y altera el equilibrio. Tampoco se puede pensar con claridad, quizás no recuerde porque tendrá dificultades para almacenar cosas en la memoria a largo plazo.

Tu cerebro se encoge

Si bebes mucho durante mucho tiempo, el alcohol puede afectar la apariencia y el funcionamiento del cerebro. Sus células comienzan a cambiar e incluso a hacerse más pequeñas. Demasiado alcohol puede encoger tu cerebro y eso tendrá grandes efectos en la capacidad para pensar, aprender y recordar cosas. También puede hacer que sea más difícil mantener una temperatura corporal estable y controlar los movimientos.

Más ácido estomacal

El alcohol irrita el revestimiento del estómago y hace que fluyan los jugos digestivos. Cuando se acumula suficiente ácido y alcohol, siente náuseas y puede vomitar. Años de beber en exceso pueden causar llagas dolorosas llamadas úlceras en el estómago. Y los altos niveles de jugos estomacales significan que no sentirá hambre. Esa es una de las razones por las que los bebedores a largo plazo a menudo no obtienen todos los nutrientes que necesitan.

Diarrea

El intestino delgado y colon también se irritan. El alcohol elimina la velocidad normal a la que la comida se mueve a través de ellos. Es por eso que beber mucho puede provocar diarrea, que puede convertirse en un problema a largo plazo.

Enfermedad hepática

El hígado descompone casi todo el alcohol que bebes. En el proceso, maneja muchas toxinas. Con el tiempo, beber en exceso hace que el órgano se vuelva grasoso y permite que se acumule tejido fibroso más grueso. Eso limita el flujo sanguíneo, por lo que las células del hígado no obtienen lo que necesitan para sobrevivir. A medida que mueren, el hígado tiene cicatrices y también deja de funcionar, una enfermedad llamada cirrosis.

Daño del páncreas y diabetes

Normalmente, este órgano produce insulina y otras sustancias químicas que ayudan a los intestinos a descomponer los alimentos. Pero el alcohol atasca ese proceso. Los químicos permanecen dentro del páncreas. Junto con las toxinas del alcohol, causan inflamación en el órgano, lo que puede provocar daños graves. Después de años, eso significa que no podrá producir la insulina que necesita, lo que puede provocar diabetes. También te hace más propenso a tener cáncer de páncreas.

Un sistema inmunológico más débil

Puede que no relaciones un resfriado con una noche de bebida, pero puede haber una conexión. El alcohol frena su sistema inmunológico. Tu cuerpo no puede producir la cantidad de glóbulos blancos que necesita para combatir los gérmenes. Entonces, durante 24 horas después de beber, es más probable que se enferme. Los bebedores empedernidos a largo plazo tienen muchas más probabilidades de contraer enfermedades como neumonía y tuberculosis.

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