Despertando de una siesta: ¿Por qué nos sentimos adormecidos y adoloridos?

¡Duerme bien y despierta con una sonrisa!

Las siestas son una práctica común para muchas personas, especialmente cuando necesitamos un poco de descanso y recargar energías durante el día. Sin embargo, es posible que hayas experimentado esa sensación de despertar después de una siesta y sentirte adormecido, con menos energía o incluso adolorido.

¿Por qué ocurre esto? 

Ciclo de sueño interrumpido: Nuestro sueño sigue un patrón de ciclos que incluyen las etapas de sueño profundo y sueño REM (movimiento rápido de los ojos). Durante una siesta corta, es posible que no alcancemos la fase de sueño profundo, lo que puede llevar a un ciclo de sueño interrumpido. Al despertar durante una etapa más profunda del sueño, es probable que nos sintamos más adormecidos y con una sensación de "atontamiento".

Duración de la siesta: La duración de la siesta es un factor crucial. Si la siesta es demasiado corta, puede que no tengamos tiempo suficiente para alcanzar una fase de sueño reparador. Por otro lado, si la siesta es demasiado larga, es probable que nos despertemos en una etapa de sueño más profunda y nos sintamos aturdidos. En general, una siesta de 20 a 30 minutos suele ser suficiente para obtener beneficios sin afectar nuestro ciclo de sueño nocturno.

Posición al dormir: La posición en la que dormimos durante la siesta puede tener un impacto en cómo nos sentimos al despertar. Si dormimos en una posición incómoda o poco ergonómica, es más probable que experimentemos dolores y molestias al despertar.

Deshidratación: La falta de hidratación durante la siesta y a lo largo del día puede afectar nuestra calidad de sueño y cómo nos sentimos al despertar. La deshidratación puede provocar fatiga y dolores musculares.

Rutina de sueño inconsistente: Si nuestras siestas son irregulares y no seguimos una rutina de sueño consistente, esto puede afectar negativamente nuestra calidad de sueño y cómo nos sentimos al despertar.

Consejos para mejorar tus siestas

Establece una rutina: Trata de mantener un horario regular para tus siestas y asegúrate de no dormir en exceso.

Encuentra una posición cómoda: Elige una posición que sea ergonómica y cómoda para dormir durante la siesta.

Hidrátate adecuadamente: Asegúrate de beber suficiente agua antes y después de la siesta para evitar la deshidratación.

Experimenta con la duración de la siesta: Prueba diferentes duraciones para encontrar la que mejor se adapte a tus necesidades y te haga sentir más descansado al despertar.

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